Un suspiro entre la nostalgia, la melancolía y la esperanza (En algún lugar)

Soy un viajero del tiempo atrapado en recuerdos, un corazón nostálgico que busca refugio en los días que ya no volverán. Extraño la inocencia de mi niñez, cuando el mundo era un rincón mágico y las preocupaciones aún no teñían el cielo de gris. Nada es como antes, y aunque el presente avanza, no puedo evitar mirar atrás con melancolía.

En Navidad, los vacíos se sienten más hondos. Echo de menos a quienes ya no están, sus risas, sus abrazos, su calor que llenaba cada rincón. Sin embargo, el peso de la ausencia no me quita la fe en lo que vendrá.

El nuevo año se alza como un amanecer, con promesas escondidas entre sus horas. Intento ser positivo, porque aún quedan caminos por recorrer, y en ellos, siempre habrá lugar para los amigos, esos compañeros de vida que saben tocar el alma de formas que solo ellos pueden.

Un buen amigo es como un faro en la niebla, una chispa que ilumina hasta los días más oscuros. Ellos me enseñan que, aunque la nostalgia pese, el presente y el futuro están llenos de oportunidades para crear nuevos recuerdos que algún día, también, serán inolvidables.

Por quienes estuvieron, por quienes están, y por quienes estarán: gracias por ser parte de este viaje llamado vida. Que esta Navidad y el próximo año estén cargados de luz, amor y esperanza.